Não Me Lembro Da Primeira Vez Que Olhei Para O Céu.

Nuno Sousa.  13 mayo – 31 agosto* 2021

La muestra, que fue concebida hace un año cuenta con un núcleo central de 14 dibujos de grafito sobre papel de gran formato pertenecientes a la serie Linha Funda, que fue creada por el artista portugués a partir de unos clichés cartográficos de la segunda mitad del siglo XIX. La serie representa un acercamiento al firmamento jugando con la dicotomía a la que llegamos cuando observamos las estrellas, en la que conceptos como ciencia y espiritualidad se unen para mostrar conceptos como la luz, la oscuridad, la cercanía o la lejanía.

También de temperatura y luz, ausencia y presencia habla la instalación “Expandir la realidad”, en la que cinco radiadores de DM hidrófugo, con sus correspondientes tubos y conexiones eléctricas, dialogan orientados hacia las obras invitándonos a ver esa otra dimensión invisible que es la que nos da la percepción de los momentos según el ambiente que nos rodea.

Completa la exposición, la pieza “Para Não Ficarmos Sujeitos a Um Exteriror Qualquer” formada por 15 contraventanas de madera que colgadas de la pared, en otra sala, juegan con el espacio dentro y fuera: “la pieza es una zona de frontera entre el interior y el exterior”, explica el artista.

No recuerdo la primera vez que miré al cielo, y es muy probable que no recuerde la última. Me detengo, ahora mismo, en algún lugar del intervalo entre los dos, tratando de encontrar una nueva postura para definir un nuevo ángulo de visión, esta nueva relación que busco establecer con lo que está encima de mí; en lugar de seguir usando el punto de vista con el que he estado trabajando hasta ahora, lo que me hizo buscar especulativamente un mirador extraterrestre para observar nuestro planeta, ahora invierto mi posición. Con los pies firmemente asentados en nuestro planeta, intento identificar y reconocer el punto de vista desde el que había realizado todas mis observaciones anteriores. Mirar el cielo es escorzar dramáticamente la diversidad de habitantes del campo visual y, aunque la relación figura-fondo parece extremadamente clara, eso no es sin embargo, suficiente para aclarar cualquier comprensión que no se presente como infinita. A este “fondo” vacío, o mas propiamente, a esta observación sin fondo, es posible agregar nubes, estrellas que relacional y tendencialmente ocupan la misma posición y que solo podemos ver y experimentar después del anochecer. También podemos observar el satélite natural de la tierra, la luna, y los más conocedores podrán identificar tres galaxias. Estos elementos que habitan este lugar nos brindan una dialéctica entre perenneidad y volatilidad, entre lo finito que está en los pies y lo infinito que se apodera de los ojos. Brevemente, este vuelo del ojo pone en tela de juicio la condición del observador en perspectiva.

Nuno Sousa Vieira